No será fácil, pero alguien tendrá que resolver todo esto. Y desde luego, yo no quiero quedarme de brazos cruzados, porque solo sé que tengo muy buenos amigos en Cataluña, y no quiero perderlos.
También sé que me encanta Cataluña, y no quiero perderla.
También sé que me siento español y andaluz, pero también un poco catalán, y gallego.
En estos tiempos en los que todos remarcan qué es lo que nos diferencia y separa, me gustaría reivindicar el derecho a recordar lo mucho y bueno que nos une.
Somos una tierra rica en historia y en historias. Historias de lo que pasamos, de lo que pasará; historias que no pasaron, historias que pudieron pasar; historias. Historia. Historias que nos inspiran tantos sitios a los que ir. ¿Te imaginas poder pasar con tus amigos una noche en uno de estos sitios? ¡Valiente viaje de fin de curso! ¡Mil historias para contar por la noche! ¿Dormiríamos en la casa del lago de Banyoles (Cataluña) o en la Casa Torre de Aldán (Galicia) ¿Cómo elegir uno de los dos? ¡Me da que dormiríamos poco!
Viviríamos historias para no dormir, pero de esas que gustan: de esas que sabemos que al llegar la mañana habrán pasado y solo quedarán de ellas el acurrucarse juntos junto al fuego, el contagiarse las risas nerviosas de unos y otros, las miradas cómplices de los compañeros, la compañía de esa chica o de ese chico especial.
Juntos. Contagiarse. Cómplices. Compañía.