Era una idea descabellada. “Imposible” me dijeron. “Imposible” fue la palabra que me convenció. Descabellado me pareció promover la candidatura a los Princesa de Asturias y, por muchos motivos, dije que no.
Sin embargo, cuando aquel tal Lalo me dijo que era “imposible” me sonó a historia conocida. Imposible eran tantas cosas con Pablo, pero, sobre todo, imposible era desde mi cobardía y nuestra debilidad mantener la sonrisa, la alegría y la esperanza. Imposible es el terreno de Dios. Cuando lo imposible se hace posible, lo llamamos milagro. Y todo lo que rodea a Pablo lo es.
“Adelante”, le dije. Como es “imposible” la iniciativa se frustrará por sí misma, salvo que Dios esté detrás de ella y tire hacia delante.
Hoy acabamos de saber que la candidatura es ya un hecho. ¿Por qué? No lo sé. ¿Cómo? No lo sé.
Eso sí, toca agradecer a todos aquellos que han creído que ella era posible y que merecía la pena (mucho más que nosotros). Gracias a las instituciones que la proponen y apoyan: al Ayuntamiento de Sevilla y a los dos clubes de fútbol de la ciudad, Sevilla y Betis. Gracias a los 131.254 firmantes de la petición hasta el momento, auténticos -uno a uno, uno más otro- artífices del milagro.
Gracias a esos dos locos ovetenses, Lalo y Germán, esos dos desconocidos que han puesto todo su empeño en esta aventura (mucho, mucho más que yo mismo).
Gracias a Dios por habernos dado a Pablo, por habernos enseñado a través de él y con él que todo es más sencillo, qué es un hombre, qué es amar. Viendo su ternura, su mirada y su sonrisa, podemos adivinar cómo nos mira Dios y cómo nos sonríe.
Nunca imaginamos que un Pablo, sin decir una sola palabra y sin dar un solo paso, pudiera inspirar tanto en tantos y llegar tan lejos. “Candidato a Princesa de Asturias de los Deportes”. ¿Una locura? Tal vez. ¿O no?
En todo caso, gracias por participar de este sueño, gracias por hacernos soñar.
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1 comentario:
Olee el proofee
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