El adoquinado endureció, y mucho, la carrera de Carmona. Eso sí, como no podía ser de otra manera, Pablo disfrutó más con el traqueteo. Y es que hubo momentos en que pesábamos que la silla se iba a desintegrar. Duro, muy duro, pero todo lo compensa el ver esa cara, el escuchar esos gritos y el saber que se ríe a carcajadas. Y emociona el ver cómo levanta su mano al grito de "¡¡¡¡Choca Pablo!!!!!"
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