Ayer, Rafa Nadal volvió a conquistar Roland Garros, convirtiéndose por sexta vez en rey de la tierra batida. Ya cuenta con diez "grand slam" en su haber y todo parece indicar que no será el último.
Eso sí, en el partido de ayer Roger Federer puso lo bueno y lo malo: él fue el autor de los grandes puntos, de la magia, pero también de los grandes errores (unos sesenta, que son demasiados). Nadal ganó ayer con el mono de trabajo: corrió, luchó y apretó los dientes... Ganar en París seis veces en siete participaciones no es fruto de la casualidad, pero tampoco nos engañemos: el Nadal de ayer no fue el gran Nadal de las grandes ocasiones... lo que ocurre es que el triunfo maquilla las situaciones...
Ahora bien, nada que objetar al mallorquín: hizo lo que pudo y más. Lo que quizás lo hace más grande es su capacidad de saber sufrir. Además de verlo ganar, ojalá pronto veamos su mejor tenis.
Enhorabuena y felicitémonos todos porque en un futuro podremos decir aquello de "yo viví la época en la que un español dominaba el tenis mundial".
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