Pero los datos son contundentes: nada más lejos de la realidad. Muamar el Gaddafi es el Líder de la Revolución desde que tengo uso de razón... dicen los libros, nada menos, que desde el 1 de septiembre de 1969. Y es que yo no he conocido otra cosa.
Su persona está unida al terrorismo islamista desde siempre. Sin ir más lejos se le ha acusado de patrocinar a las FARC colombianas, a la ETA española y al IRA irlandés. Su mano se asoció a la masacre de Múnich'72, pero que no deja de ser uno más de tantos episodios con los que se le relaciona.
Sus excentricidades, como las de viajar acompañado de todo un ejército personal (no puede olvidarse su llamada "Guardia Amazónica" compuesta por doscientas mujeres vírgenes perfectamente adiestradas como auténticas máquinas para matar), no son nada nuevo bajo el sol.
Que ha mantenido una política autoritaria y dictatorial no es ningún descubrimiento.
Pero en los últimos años hemos preferido mirar a otro lado y olvidar su delictivo pasado.
Ahora, cuando Gaddafi dispara sobre su propio pueblo, occidente aún no sabe si tiene que intervenir o no en Libia. Un nuevo dilema: ¿alguna vez sabremos -de una vez por todas- cuándo es lícito intervenir militarmente en una nación independiente?
Porque comenzamos a tener la sensación de que se nos toma el pelo. En efecto, a veces decimos que solo es lícita la intervención que aprueba la ONU. Por cierto, ¿alguien sabe cuándo la ONU toma esas decisiones? Otras veces argüímos sobre atentar contra el derecho internacional o similares. Vamos, como si cada vez que ocurriera una barbarie el mundo interviniese...
En definitiva, un nuevo dilema para el mundo, ¿intervernir o no intervenir? Ésa es la cuestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario